Sweet Mary Jane, divino cielo,
crece despacio y vive sin frenos.
Baña tus mechas en el mar salado,
dejate tocar por manos sabias.
No digas que no al todo
y que el todo no te niegue nada.
Vistete de sueños transitorios,
de ilusiones que se van con el crepúsculo.
Canta a voces en los callejones sin salida
y no habrá puertas cerradas frente a tí.
Que te despinten los labios,
que te roben el corazón unos ojos brillantes.
Los sinsentidos se moverán a tu paso
y te invitarán a acompañarles por la vida,
ese tren irá repleto de almas perdidas
que buscarán tus yemas para sentir la magia.
Pasea por la vida a tu manera
y ella sabrá como hacer más larga la carrera.
Siete meses tardarás en caer en el abismo;
quizá en dos ya estás rendida.
Los escombros herirán tu piel, pedrada tras pedrada,
y no habrá quien te ayude a reconstruirte.
Lucharás por lo que crees
y de nada te servirá.
Pero, eh, divino cielo, yo estaré aquí
y en mis brazos he construido un refugio.
Lo abre tu sonrisa y no hay catástrofe que lo cierre.
Sweet Mary Jane,
vive,
que ahora
te toca a tí.
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